Normalmente en este blog escribo siempre sobre correr y dejo más de lado la que se supone que es mi otra mitad, el aikido. Digo se supone, porque últimamente, no sé como, pero he vivido sin ninguna de mis dos mitades, he dejado de ser Aikirun poco a poco y sin darme cuenta. En junio, este hecho se acentuó por la falta de tiempo y motivación entre exámenes y trabajo, corrí un solo día en todo el mes, una 10K y no practiqué aikido ningún día. Por suerte, la semana siguiente a terminar los exámenes, me esperaba la semana más aikidoka del año, un curso de aikido en el pueblo más alto del pirineo aragonés, Cerler. Esta semana no podía llegar en mejor momento, nunca la había necesitado tantísimo. Este año tenia un ingrediente extra, para hacerla más especial si cabe, mi examen de cinturón negro.
Durante esta semana se practica mucho más que técnicas de aikido, se practica meditación, ritual bajo la cascada, entrenas con gente muy interesante que no ves el resto de año, mucho trabajo espiritual y muchas otras cosas que no me veo capaz de expresar con palabras y no sé si alguien conseguiría hacerlo. Es una semana para sacar al guerrero pacifico que hay dentro de ti, para conseguir mucha fortaleza, desde luego no física... y nada me podía venir mejor en este momento, necesitaba recordarme que soy un luchador y conseguir fuerzas para luchar.
La semana empezó el domingo por la mañana, con el ritual de la cascada (taki shugyo), un momento de paz, de meditación y de purificación, para afrontar la semana con la mente lo más clara posible. Cuando el agua helada te golpea en la cabeza y los hombros comprendes que no puedes ofrecer resistencia y que tienes que aceptar lo que te venga encima, como en la vida misma.
Entre clases de aikido, meditaciones, charlas y demás, la semana fue avanzando y cada día se hacia notar más el cansancio. Incluso conseguí sacar un rato para correr por la montaña, ya que necesitaba esa forma diferente de meditación. Hay más formas de meditar que en posición de flor de loto en una habitación. Por fin, el jueves por la mañana, el maestro nos convoca para el examen de cinturón negro a dos compañeros y a mi a las 17:30.
Recuerdo estar nervioso y asustado, tanto como nunca antes había estado vestido de kimono y hakama. Para calmarme, me recordaba a mi mismo que no era mas que una clase de aikido, un poco más dura de lo normal, que no pasaba nada. En el examen te hacen llegar a tu limite, así que solo había que darlo todo, y cuando no hubiera nada más que dar, el examen terminaría, para bien o para mal. Parecía que los nervios se templaban un poco con estas ideas y ya solo sentía impaciencia por empezar para dejar de pensar y simplemente dejarme llevar y fluir.
Ya estamos todos, unos 30 aikidokas, nos sentamos en circulo para saludarnos y recibir alguna indicación de mi maestro. Coloca a un alumno cinturón negro en cada esquina del trozo de cesped que vamos a utilizar para el examen a modo de guardianes, y nos recuerda que lo que ahí dentro va a pasar es algo solemne, un escalofrío me recorre la espalda y se me forma un nudo en la garganta. Antes de que pueda seguir pensando...-"¡JAVI! al centro"; comienza mi examen.
-"¡Marcos! tú empiezas de Uke, Shomen uchi iriminage, adelante" (uke es quien realiza los ataques. Tori, en este caso yo, realiza las técnicas) . Sin más indicaciones, Marcos me ataca con un shomen uchi y yo realizo el correspondiente iriminage, es una técnica fácil, que me hace olvidar los nervios. Después de haber atacado 2 o 3 veces, Carmelo, mi maestro, va haciendo señas a otros alumnos para que se unan y cuando quiero darme cuenta estoy rodeado por unos 10 compañeros atacándome en todas las direcciones, intento proyectar al compañero al que le estoy haciendo la técnica, delante del siguiente compañero que me va a atacar, para usarlo de escudo y ganar medio segundo antes de que otro ataque se dirija a mi cabeza. Me hago un autoanalisis y me veo sereno, dominando la situación, utilizando la técnica y no la fuerza bruta, sonrío y sigo fluyendo entre los ataques. cuando empiezo a estar cansado, dos palmadas del maestro, significa que se acaba esa técnica, cojo algo de aire mientras me dice cual será la siguiente.
- Kokyu nage. Una técnica que me encanta, seguimos con la misma estructura que antes, unos cuantos ataques con un solo uke y después se van sumando poco a poco los demás, Arturo, Angel, Raul, Albert, Borja, Victor, Oscar, Mar, Jose Angel, Vanessa... me atacan en todas las direcciones, cuando aún no he terminado de proyectar a un compañero, ya oigo en mi espalda un Kiai, que avisa de un ataque inminente. Empiezo a concentrarme en el vacío que dejan y no en el espacio que ocupan, para poder fluir entre ellos, entre sus ataques. Esta técnica también tuve que hacerla en mi examen de hakama, y es que es aikido puro. Captar la intención, crear el vacío, unificar, fluir, captar la intención, crear el vacío, unificar, fluir...dos palmadas y terminamos con esta técnica.
-Ushiro ryote dori kote gaeshi, una técnica un poco más difícil que las anteriores, ya que hay que zafarse de un agarre por la espalda y la proyección a uke es más fuerte, y con las prisas no puedo dejar de ser delicado. Para realizar esta técnica es necesario girar sobre si mismo 360º lo cual es perfecto para mantener mi espalda vigilada y realizar la proyección del compañero hacía donde detecte el próximo ataque. Empiezo a notarme cansado y necesito ayudarme de algún Kiai para darme fuerzas a mi mismo, los compañeros lo están haciendo genial ya que no me dan tregua, pero tampoco dejan de darme ánimos y todos me atacan con una sonrisa, la cual, yo mismo, también intento mantener. Dos palmadas.
-Tai sabaki. los compañeros cogen sus bokkens y bokutohs (sables de madera) y comienzan a atacarme a la cabeza, es esta ocasión no les tengo que realizar ninguna técnica, ni desarmarles, ni bloquear, solo esquivar, fluir entre ellos y haciendo uso de su vacío hacerme inalcanzable. No me suelo ver muy cómodo con los Tai sabakis y hoy no parece ser una excepción, es uno de mis puntos a trabajar. Sin parar esta vez, cambian el modo de ataque, pasa de ser un ataque a la cabeza a ser un ataque pinchando a la tripa, ataque que aun me cuesta más esquivar, uno de los ataques lo tengo que parar con la mano, milímetros antes de que me alcance en el estomago, esto me desconcentra un poco y empiezo a pensar, ERROR, mente en blanco, solo fluye...Palmadas salvadoras por fin, creo que ya ha pasado lo peor, cuando el Sensei dice: dejar el bokken y coger el bo. El Bo, es un baston de madera de unos 2m, que usaban los monjes para caminar, pero que termino convirtiéndose en un arma de defensa, por lo que las esquivas aún no han terminado. Se entremezclan los ataques verticales a la cabeza con los ataques a la tripa, cada vez hay menos vacío del que aprovecharse. Con tantos ataques es difícil saber a cual anticiparme, porque la clave de la esquiva es la anticipación, no la rapidez. Dos palmadas, se acaban las esquivas, respiro aliviado, aunque no sé lo que viene ahora, puede que sea mucho peor.
-Hachi Noji. Este no es un ejercicio técnico, pero es de resistencia, otra compañera que se va a examinar, sale conmigo a hacer el ejercicio, consiste en correr en forma de 8, uno en cada dirección, cruzándome con la compañera, y al cruzarnos, realizar un corte imaginario con el sable de madera que cortaría por a mitad al compañero. Nosotros nunca utilizamos las armas como elementos de destrucción, así que tienes que imaginar que en cada corte, al compañero le estás quitando cosas de las que quiere deshacerse, inseguridades, complejos, pesos emocionales... En cada corte, tenemos que realizar un kiai prolongado que me deja sin aire. Este ejercicio "empieza" siempre cuando ya no puedes más, es ahí donde el maestro quiere ver como nos comportamos, si somos guerreros o no. Apenas he podido parar a coger aire desde que ha empezado el examen y en seguida me noto cansado, me corrige cosas y solo soy capaz de hacerlas bien durante medio minuto y el cansancio vuelve a impedirme hacer bien los cortes y un buen kiai, pero este ejercicio trata de esto, así que sigo, poco a poco vamos disminuyendo el tamaño de los 8 para ir terminando el ejercicio. El Sensei nos dice que nos sentemos y unos compañeros nos acercan un poco de agua. Estoy cansadisimo, no sé cuanta dureza más voy a poder soportar en el examen, me falta el aire. Somos 3 los examinados, dos hemos realizado el ejercicio y ahora le toca al tercero, pienso que así podré descansar, para poder afrontar lo que quede de examen. El compañero sale al centro y Carmelo pide un voluntario para hacer el ejercicio con él, pasan un par de segundos y nadie sale al centro, miro a todo el mundo y al ver que nadie toma la iniciativa, me pongo en pie y salgo al centro. No sé como ha pasado esto, no lo he pensado, estaba sentado jadeando y de repente estoy aquí, en el medio, ofreciéndome a que mi compañero pueda realizar su examen. Carmelo me pide que me siente agradeciéndome mi gesto. Vuelvo a sentarme con un nudo en la garganta y ganas de llorar, algo ha pasado durante lo que llevamos de examen, he sido totalmente generoso sin esperar nada a cambio, en mi interior ya me siento un poco cinturón negro, un poco más guerrero. Mientras el compañero hace su ejercicio bebo un poco de agua y aprovecho para descansar, a la espera de lo que sea que venga luego.
-"Javi ven al centro, y necesito un tenugi", un tenugi es un pañuelo que se pone en la frente y sirve para que no entre el sudor en los ojos, pero ahora va a tener otra función. La última parte del examen voy a tener que hacerla con los ojos vendados. Esta vez, con un solo uke, Laura, voy a tener que realizar la técnica al ataque que nos indiquen. Tenchi nage, bien, esta la reconozco por el nombre sin problema y la sé hacer, es la primera vez que hago aikido con los ojos vendados, me obliga a prestar mucha atención al oído, para saber cuando voy a recibir el ataque. Tengo miedo de que el nombre de la siguiente técnica no lo reconozca y con los ojos vendados no pueda recibir ninguna ayuda. Ushiro ryote dori irimi nage, perfecto, esta también la puedo hacer sin problemas. Ya no hay nervios, ya no hay dudas, ya no hay pensamientos, ya solo hay oscuridad y un encuentro de energías entre uke y tori, sin conflicto, en armonía, no recuerdo haber disfrutado nunca tanto haciendo aikido, las técnicas pasan, pierdo incluso la noción del tiempo, no sé cuantas técnicas he hecho, ni cuales, pero me siento completamente en paz. Antes quería que el examen terminase lo antes posible y ahora no quiero que termine, pero lo hace.
Nos sentamos todos en circulo y los examinados dentro, el maestro se dirige a mi en primer lugar, me da la enhorabuena por el examen y sobre todo por el gesto que he tenido, dice que mi examen se resume a ese momento, ahora no consigo aguantar las lagrimas y me da un abrazo, al que en seguida se une mi hermana Elena. Empezamos la tradicional ronda de abrazos y de felicitaciones con todos los compañeros y yo aprovecho la ocasión para dar las gracias a todos los que me han cedido su cuerpo para que yo progrese. Ser un cinturón negro en un tatami es así de "fácil", ahora lo que tengo que conseguir es serlo fuera, en el día a día, donde es mucho más difícil de conseguir. Con el cinturón negro, no termina nada, con el cinturón negro empieza todo, espero poder seguir aprendiendo mucho de mi maestro, de mis compañeros y del aikido.
Kannagara thamasi haemase - me mantendré leal al espíritu del universo